Aragón trabaja en una alimentación del futuro eficiente y sostenible, con tecnología aplicada a granjas de insectos
A principios de 2021, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) publicó la primera evaluación completa de un producto alimenticio derivado de insectos como nuevo alimento. Concretamente, la evaluación está referida al conocido como gusano de la harina, tanto el insecto completo seco como en forma de polvo (larva de Tenebrio Molitor).
En Zaragoza, la empresa Insectopía 2050 S.L, fundada en 2018 por Eva Gavín y Ana de Diego, trabaja desde CEMINEM, en el Campus Río Ebro de la Universidad de Zaragoza, en la cría de este insecto, como fuente de proteína futura para alimentación animal y humana.
“Llevábamos años trabajando vinculadas a la investigación agroalimentaria y detectamos que existía una oportunidad de trabajo en la obtención de fuentes de proteína alternativas para el futuro que garanticen un alimento suficiente y seguro para personas y animales, ante las previsiones de crecimiento poblacional y consumo que se esperan para las próximas décadas. Los insectos tienen un gran potencial como alternativa alimentaria: ya existe tradición de ingesta en otras culturas, son ricos en proteína, minerales, ácidos grasos de interés, y cuentan con un perfil de aminoácidos muy interesante. Su eficiencia productiva es muy alta en comparación con otras proteínas tradicionales, y su producción implica un menor impacto medioambiental. Además, los insectos pueden alimentarse de subproductos y desperdicios alimentarios, revalorizándolos en proteína de interesa, y contribuyendo así, al desarrollo de la Bioeconomía”, explica de Diego.
En el año 2019, Insectopía puso en marcha la primera instalación de cría piloto de Tenebrio Molitor de la región, y durante dos años, con el apoyo del Gobierno de Aragón, han trabajado en la optimización del proceso de cría y en la evaluación de diferentes subproductos y desperdicios agroalimentarios aragoneses como sustratos de cría.
“Durante esos dos años de trabajo, hemos generado un gran volumen de datos en todos los ensayos realizados, en los intervienen un gran número de variables. Detectamos una nueva oportunidad de trabajo en la aplicación de herramientas avanzadas de análisis de grandes volúmenes de datos, para seguir optimizando nuestro proceso de cría”.
De esa necesidad surgió el proyecto Smart Insect Farming que, en el año 2020, recibió de nuevo apoyo financiero en la convocatoria de grupos de cooperación en materia de tecnología e innovación en el sector agroalimentario, del Plan de Desarrollo Rural de Aragón, para seguir trabajando, y en el que Insectopía cuenta con la colaboración de varias entidades aragonesas, entre ellas el Instituto Tecnológico de Aragón ITAINNOVA.
“En el marco del proyecto, desde ITAINNOVA estamos aplicando algoritmos estadísticos y de análisis de datos para la obtención de información relevante como, por ejemplo, qué variables influyen más en el proceso de la cría y en el desarrollo larvario, entre otros asuntos”, explica Íñigo Zubizarreta, del equipo de Big Data y Sistemas Cognitivos de ITAINNOVA.
“La colaboración con ITAINNOVA está siendo muy satisfactoria. Estamos identificando oportunidades de mejora para seguir optimizando nuestro proceso y esperamos que nos facilite la toma de decisiones futuras. También estamos trabajando con el Instituto Tecnológico de Aragón en el análisis de oportunidades de automatización y simplificación de procesos”, afirma Gavín.
Explican las emprendedoras que “lo que estamos creando servirá para vender en un futuro cercano insectos o productos derivados de insectos para distintos mercados, entre ellos el de la alimentación animal, y productos específicos para nichos de mercado concretos en alimentación humana”.
Respecto a cómo ven el mercado futuro, Ana de Diego explica que “el mercado se está moviendo muy rápido y se espera que el sector tenga un crecimiento muy relevante en los próximos cinco años”.
Sobre el rechazo cultural que a priori pueden provocar los insectos como alternativa para alimentación humana, tanto Gavín como de Diego aseguran que “se trata de un tema cultural que en un medio plazo se podría superar, como se superaron en su momento las reticencias a comer sushi u otros productos no tradicionales. En cualquier caso- aclaran- no se trata de sustituir un buen plato de jamón por uno de insectos, sino de poder ofrecer al mercado nuevos productos dirigidos a consumidores que aprecien un producto enriquecido en proteína, saludable, sostenible…, entre otros.”
Las evaluaciones de seguridad realizadas por EFSA son un paso necesario en la regulación de nuevos alimentos, ya que el asesoramiento científico respalda la toma de decisiones tanto nacionales como de la Unión Europea que autorizan la comercialización de estos productos.
Tras esta primera evaluación, es necesario que en el seno de la Comisión Europea se publique la norma autorizando su comercialización y se actualice la lista de la Unión sobre nuevos alimentos (Reglamento (UE) 2470/2017).
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